Cada ciudadano de las Islas Baleares produce una media de 763,5 kilos de residuos por año. De estos, 629 kilos (un 82%) van directamente al contenedor de resto, una situación que no ha cambiado en cinco años. Sólo 12 de los 67 municipios baleares superan el 60% de recogida selectiva con sistemas de individualización, como el puerta a puerta o el pago por generación. Estos municipios también son los únicos que no superan los 120 kg de fracción resto por habitante y año (frente a esa media balear de 629 kilos).
Loso datos se recogen en un estudio, elaborado con el apoyo de la Conselleria de Medi Ambient i Territori del Gobierno Balear y la Fundación Marilles, que contiene un nuevo marco de análisis con veintiocho indicadores que permiten valorar la situación del archipiélago siguiendo aspectos estratégicos para avanzar hacia el residuo cero.
El informe, titulado «Illes Balears hacia el residuo cero. Situación actual e indicadores para la transición 2019», fue presentado ayer por el conseller de Medi ambient i Territori, Miquel Mir, el director general de Residuos y Educación Ambiental, Sebastià Sansó, y la directora de Rezero–Fundación para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable, Rosa Garcia.
Mir destacó que se trata de un trabajo pionero que aporta una visión conjunta y transversal del modelo productivo y de consumo en las Islas Baleares.
El estudio valora también el impacto de la población turística sobre la producción y recogida selectiva. En este sentido, la diferencia entre el mes de máxima generación (agosto) y el de mínima generación (enero o diciembre) es notable. Hay un incremento de residuos de un 161% en Ibiza y Formentera, del 154% en Menorca y del 35% en Mallorca, que llega al índice de generación de residuos más elevado del Estado español. Esto se suma al hecho de que el índice de recogida selectiva también disminuye entre un 4-6% durante los meses de verano en las islas de Mallorca, Ibiza y Menorca.
En este contexto, el estudio presenta una serie de propuestas para que las Islas Baleares tomen el camino hacia el residuo cero, entre las cuales destacan las siguientes:
- La implantación correcta de la Ley 8/2019, de 19 de febrero, de residuos y suelos contaminados de las Islas Baleares, donde hay medidas como las prohibiciones de productos desechables y productos de corta duración, como la vajilla y las bolsas de plástico, la obligación de servir agua de red en bares y restaurantes, la aplicación del sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) de envases de bebidas y la implantación del canon de residuos.
- Una nueva política municipal de gestión preventiva donde se priorice la recogida de la fracción orgánica, la recogida con sistemas como el puerta a puerta y el pago por generación y los acuerdos con el sector productivo y de restauración para la reducción del derroche alimentario, entre otros.
- El impulso de una política de I+D+I en prevención de residuos.
- La promoción de campañas generalizadas de educación ambiental.
En el acto de presentación, la directora de Rezero, Rosa Garcia, pidió que se deje «de culpar a la ciudadanía y que cada sector asuma su responsabilidad. Los fabricantes tienen que cubrir el 100% de los costes asociados a la gestión de sus productos cuando estos acontecen residuos. La nueva ley balear de residuos y suelos contaminados puede ayudar a hacer frente, porque ahora es urgente transitar de forma rápida y decidida hacia una sociedad que no hipoteque el futuro y que tenga una visión justa de responsabilidades teniendo en cuenta los recursos del planeta».
Fuente: ResiduosProfesional